Los científicos han capturado imágenes extraordinarias de rémora, también conocida como pez chupador, montando ballenas jorobadas en lo que parece ser un emocionante paseo oceánico a alta velocidad. Este raro vistazo a las vidas de estas fascinantes criaturas revela una notable interacción entre ballenas y peces, destacando las estrategias únicas que estas especies han desarrollado para sobrevivir en el vasto océano.
El Paseo Notable: Remoras y Jorobadas
Las rémoras son peces especializados conocidos por su capacidad para adherirse a animales marinos más grandes, sobre todo ballenas y tiburones. Utilizan un disco con forma de ventosa en la cabeza para sujetarse firmemente, lo que les permite básicamente hacer autostop a través de grandes distancias. Estas imágenes, obtenidas durante la investigación sobre la migración de las ballenas, capturan la habilidad excepcional de las rémoras para responder a los movimientos de las ballenas.
Un juego de gallina de alta velocidad
Las grabaciones, cuyo objetivo era estudiar el comportamiento de las ballenas jorobadas, mostraron interacciones sorprendentes y complejas entre las ballenas y sus compañeras rémora. A medida que las ballenas jorobadas saltan dramáticamente fuera del agua, grupos de rémoras se desprenden momentos antes de alcanzar la superficie. Luego, con notable precisión y sincronización, regresan a la ballena, realizando sus aterrizajes como gimnastas experimentados. Este movimiento rápido y coordinado sugiere una comprensión sofisticada de los movimientos de la ballena y una respuesta calculada a los desafíos de una ballena que se escapa.
La vida a bordo de una ballena: una existencia aprovechada
La Remora australis pasa toda su vida unida a ballenas u otros grandes mamíferos marinos, convirtiendo a estos gigantes en cruceros móviles. Se alimentan de escamas de piel muerta y piojos de mar, un acuerdo mutuamente beneficioso en el que los peces obtienen sustento y la ballena experimenta poco o ningún daño. El disco de succión en la cabeza de una rémora crea un poderoso sello de vacío, lo que permite que el pez se aferre de forma segura a una ballena, incluso durante movimientos turbulentos.
¿Molestia inesperada? Reacciones de las ballenas reveladas
El científico marino Olaf Meynecke, del Programa de Investigación sobre Ballenas y Clima de la Universidad Griffith, documentó estas interacciones utilizando cámaras con ventosa colocadas en ballenas jorobadas durante su migración anual. Si bien tenían como objetivo observar el comportamiento de las ballenas, las imágenes a menudo estaban llenas de rémoras de fotobombas, a menudo en grupos de hasta 50, aferradas a los mismos lugares que las cámaras. Las observaciones de Meynecke sugieren que las ballenas pueden encontrar irritante la presencia constante de rémoras. Con frecuencia se observó a individuos cargados con numerosas rémoras rompiendo repetidamente, posiblemente en un intento de desalojar a los peces pegajosos.
El misterio del viaje
Cada año, la “carretera jorobada” de Australia ve aproximadamente 40.000 ballenas jorobadas migrar a lo largo de las costas orientales del país, viajando entre las aguas heladas de la Antártida y los mares más cálidos frente a Queensland, y viceversa. Una pregunta clave ahora es qué parte de este viaje de 10.000 kilómetros lo realizan las rémoras, que tienen una vida útil relativamente corta, de sólo unos dos años. Los científicos sospechan que la mayoría de las rémoras se desprenden en algún momento, tal vez en aguas más templadas, pero su destino sigue siendo un misterio.
Vida más allá de la ballena
Si abandonan a las ballenas, los peces chupadores buscarán otras criaturas grandes a las que aferrarse, incluidas mantarrayas, delfines y, ocasionalmente, buceadores desprevenidos. “Para disgusto de los buceadores, por supuesto”, señala Meynecke, refiriéndose a la dificultad para eliminar a estos tenaces autoestopistas. El comportamiento resalta la adaptabilidad de la rémora y subraya su dependencia de animales marinos más grandes para su supervivencia y propagación.
Las imágenes ofrecen una mirada sin precedentes a las vidas de estas fascinantes criaturas, revelando una compleja interacción entre ballenas y peces que resalta las extraordinarias adaptaciones que la vida puede adoptar en el entorno marino.
En última instancia, las últimas observaciones arrojan luz sobre un aspecto cautivador de la vida marina: la fascinante relación entre las ballenas jorobadas y sus pegajosas compañeras, la rémora, y plantea preguntas intrigantes sobre sus viajes y la dinámica general del ecosistema oceánico.






























