Los hongos urbanos muestran signos de adaptarse al calor

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Un nuevo estudio de la Universidad Johns Hopkins sugiere que las especies de hongos comunes que viven en las ciudades están evolucionando para tolerar temperaturas más altas, lo que genera preocupación sobre la posible aparición de nuevos patógenos causantes de enfermedades. La investigación, publicada en ISME Communications, examinó las poblaciones de hongos dentro de Baltimore y encontró que quienes viven en áreas más cálidas exhiben rasgos asociados con la adaptación al calor.

El riesgo de los hongos adaptados al calor

Los hongos, típicamente mohos y levaduras, generalmente luchan por sobrevivir a temperaturas cercanas a la temperatura del cuerpo humano. Sin embargo, los científicos están cada vez más preocupados de que el cambio climático pueda estar impulsando a las especies de hongos a adaptarse al aumento de las temperaturas, creando potencialmente nuevas amenazas para la salud humana. Candida auris, una levadura particularmente preocupante resistente a múltiples fármacos y responsable de miles de infecciones al año, ejemplifica este riesgo. Investigadores como Arturo Casadevall, autor principal del estudio, han propuesto que C. La inusual tolerancia al calor de auris podría haberse desarrollado relativamente recientemente, potencialmente relacionada con el calentamiento global.

El estudio de Baltimore: encontrar adaptación en la ciudad

Las ciudades son particularmente vulnerables a los eventos de calor extremo, lo que llevó a los investigadores a investigar si los hongos urbanos están mostrando signos de adaptarse a condiciones más cálidas. Para hacerlo, utilizaron un método único: caramelos pegajosos parecidos a caramelos para recolectar microbios directamente de las aceras en cuatro sitios en Baltimore que representan diferentes rangos de temperatura: cálido, superior al promedio, promedio y fresco.

Los hallazgos revelaron que las especies de hongos recolectadas en el sitio más cálido exhibieron una pigmentación más clara en comparación con las de sitios más fríos. Se cree que esta pigmentación más clara ayuda a prevenir el sobrecalentamiento e indica una posible adaptación a ambientes más cálidos.

Otros experimentos de laboratorio confirmaron estas observaciones. Las especies de hongos de sitios más cálidos demostraron una mayor resistencia al calor cuando se exponen a temperaturas elevadas en comparación con sus contrapartes de sitios más fríos.

Hallazgos clave y especies preocupantes

El estudio identificó una correlación significativa entre la temperatura del sitio y la adaptación de los hongos. Los mohos y levaduras del sitio más cálido absorbieron menos calor experimentalmente y tuvieron una pigmentación significativamente menor, en comparación con los del sitio más frío. Varias especies de hongos de sitios cálidos también mostraron una mayor supervivencia después de la exposición al calor.

Los hallazgos notables incluyeron:

  • Rhodotorula mucilaginosa: Una levadura ambiental común pero un patógeno humano poco común, fue más viable después de la exposición al calor cuando se aisló del sitio más cálido.
  • Cystobasidium minutum: Un hongo aislado de una acera a 38,4°C (101°F), mostró la mayor resistencia al estrés por calor e incluso creció a 37°C (98,6°F), la temperatura del cuerpo humano.

Investigaciones futuras e implicaciones

Los investigadores esperan resultados similares de estudios realizados en otras ciudades. Sin embargo, enfatizan que se necesita más investigación, reconociendo limitaciones como las variaciones en la exposición al sol, el tráfico peatonal y la vida silvestre.

“Estos hallazgos sugieren que las altas temperaturas en los entornos urbanos pueden provocar que las especies de hongos desarrollen adaptaciones al calor, lo que potencialmente las hace más propensas a causar infecciones humanas”, dijo Daniel Smith, primer autor y estudiante postdoctoral.

En última instancia, el estudio destaca el potencial de los hongos para evolucionar rápidamente en respuesta a los cambios ambientales y subraya la necesidad de continuar la investigación sobre cómo los ecosistemas urbanos están dando forma a la evolución de los hongos patógenos. Son datos preliminares, pero un primer paso crucial hacia la comprensión y mitigación del riesgo de infecciones fúngicas adaptadas al calor en un mundo en calentamiento.